La exposición presenta un conjunto excepcional de cerámicas de los siglos xvii y xviii, la mayoría de ellas adquiridas por el museo en los últimos años.
Para ello, se construye una vitrina de grandes dimensiones que representa un reto constructivo, pero también museográfico, ya que se debe integrar en la museografía preexistente que forma parte de la iglesia barroca que recorre el museo.