Sin duda, se trata de la intervención más importante llevada a cabo por el Museo de Lleida desde que se inauguró en el año 2007. Después de la salida de las obras procedentes del monasterio de Sixena y de las parroquias de la Franja, había que reorganizar completamente algunas de las salas de arte gótico. Por eso, se trazan nuevos discursos y se incorporan nuevas obras que llegan cedidas de distintos museos y de alguna colección particular.
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