IDERMA, un centro clínico dedicado al cuidado del cuerpo y la piel. En este proyecto, buscamos transmitir dos ideas en una sola imagen. Por un lado, al ser una clínica, optamos por colores claros que sugieren higiene, eligiendo el blanco como tono principal. El blanco no solo refleja la salubridad del centro, sino que también se conecta con la pureza, creando un ambiente donde el paciente se sienta inmerso en un espacio puro.
Dos elementos clave definen este espacio. Al entrar, nos recibe una vitrina esbelta y luminosa de dimensiones generosas, que parece querer alcanzar la altura del espacio. Su estructura principal, elaborada con perfilería de hierro y pintada en color blanco, está enmarcada con puertas de madera de roble y cristal, al igual que los estantes interiores, que dan paso y protagonismo a los productos cosméticos expuestos. Esta vitrina se convierte en un elemento central que resalta la pureza y frescura que buscamos transmitir.
El segundo elemento es el mueble que define la pared tras el mostrador de entrada, albergando instalaciones y archivos. Manteniendo la coherencia en el diseño, todo está tratado con el mismo ton, un blanco de tono lienzo, creando homogeneidad entre el mostrador, paredes y mueble de archivo. La única excepción es la estructura de la vitrina, que destaca con un tono más blanco, aportando frescura y contraste al conjunto.
