La restauración integral de esta casa de tres plantas y sótano ha sido un ejercicio creativo de visión arquitectónica. El corazón del proyecto se encuentra en la formación de una nueva escalera visualmente ligera. Fabricada con plancha de hierro de apenas ocho milímetros de espesor, esta escalera se convierte en una piel blanca que serpentea a lo largo de las diferentes plantas, y que se transforma finalmente en una imponente librería de cuatro niveles. Estos dos elementos establecen una simbiosis estructural entre la escalera y la biblioteca, y hacen de la funcionalidad un uso.
El pasamanos de roble, delicadamente integrado, actúa como un puente entre los distintos elementos de la casa. Las amplias puertas correderas acristaladas permiten que la luz natural fluya sin obstáculos, creando una atmósfera de luminosidad y amplitud en todas las estancias.
La selección de materiales ha sido meticulosa, y se ha priorizado la simpleza y la calidad. Los pavimentos, por ejemplo, juegan con las texturas y los contrastes: mármol claro en las zonas exteriores y entrando en el vaso de la piscina, mientras que en el interior se opta por el hormigón continuo, realzado con delicadas pinceladas de suelo hidráulico que aportan color y personalidad a cada espacio.
En el jardín, un módulo se extiende a lo largo de la piscina, de modo que amplía el espacio habitable y crea una conexión fluida entre el interior y el exterior. Además, una exuberante pantalla de jazmines blancos perfumados suaviza la dureza del muro divisorio, y añade un toque de frescura y naturalidad a la propiedad. Esta restauración no solo redefine la arquitectura interior, sino que también transforma el entorno y crea un oasis en pleno corazón urbano.