Este proyecto afrontó el desafío de unir tres espacios claramente definidos —comedor, sala de estar y recibidor— y transformarlos en un único ambiente. La apertura de estas áreas planteó la consideración cuidadosa de las ventanas existentes, diseñadas originalmente para funciones específicas para cada espacio.
La solución práctica y eficaz fue la introducción de dos paneles cruzados de madera. Estos elementos cumplen la doble función de cerrar y abrir el espacio, a la vez que conectan visualmente los tres ambientes y proporcionan una privacidad sutil. Los paneles de listones de castaño, opacos y en forma de celosía, logran equilibrar la sensación de amplitud y recogimiento.
La librería estratégicamente ubicada entre las ventanas del salón actúa como un enlace armonioso, de modo que se olvida la distinción original de dos salas separadas. Un discreto mueble bajo en la sala de estar, que se extiende sobre la chimenea, brinda espacio funcional para leña y almacenamiento, y alberga de manera discreta los equipos de música y altavoces.
La paleta de colores se mantiene sobria y coherente, con paredes pintadas en un tono de lienzo crudo con acabado sedoso que se combina armoniosamente con la madera de castaño. El uso del castaño natural embarnizado en muebles y revestimientos aporta luminosidad, calidez y frescura al conjunto.
Una mesa redonda con la parte superior de piedra y estructura de hierro pintada de negro texturizado, en sintonía con el mueble de la chimenea, añade un toque de elegancia discreta al salón.
El sofá de Zanotta y las lámparas de Achille Castiglioni y Miguel Milá, junto con la alfombra de Nani Marquina, definen su carácter. La elección sobria de muebles y accesorios revela una estética equilibrada y atemporal, sin adornos innecesarios.
Este proyecto demuestra que la simplicidad bien ejecutada, respaldada por elecciones cuidadosas en diseño y materiales, puede transformar un espacio de manera significativa, manteniendo la esencia original de cada área.
